Un mundo pequeño

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Los niños lo ven todo de un modo completamente distinto al de los adultos, y es responsabilidad nuestra que lo sigan viendo todo infantil durante el mayor tiempo posible, porque cuando lleguen a la edad en la que deban enfrentarse por sí solos al mundo ya se darán cuenta de que las cosas no son simples y agradables, al menos muchas veces.

Es evidente que tarde o temprano los niños se harán grandes y se darán cuenta de que no todo es agradable, y tampoco es positivo que con doce años a un niño se le trate como un recién nacido, evidentemente. Pero por lo demás, los adultos no nos damos cuenta de que en realidad las cosas que a nosotros nos parecen menos importantes son las que más pueden preocupar a los pequeños por varias razones, entre las que se encuentra el hecho de que a ellos nunca les ha sucedido un determinado problema que a los mayores no les quitaría el sueño, pero que las pequeñas mentes infantiles no pueden concebir como posible.

Es responsabilidad de todo el mundo hacer que los niños disfruten de ser niños el mayor tiempo posible, y que sientan que están protegidos y queridos. Esto no se consigue con muchos juguetes y dándoles todo lo que quieran, sino manteniendo siempre que se pueda la ilusión a su alrededor y haciendo todo lo posible por hacer de su experiencia en la infancia una colección de momentos que no se puedan olvidar durante su vida.